Llevamos más de 20 años en el oficio de la carne. Nuestra historia comenzó antes de abrir
La Espiga de San Carlos en 2006, cuando trabajábamos en distintas carnicerías de la ciudad,
aprendiendo de carniceros y cecineros antiguos los secretos del buen corte y la dedicación al cliente.
Esa experiencia nos dio la base para dar un paso propio: crear un espacio donde lo
artesanal y lo auténtico fueran lo primero. Así nacieron nuestras
longanizas y cecinas, inspiradas en recetas transmitidas de familia
en familia, perfeccionadas con dedicación.
Elegimos vacunos y terneros de Ñuble, porque confiamos en los
productores locales y en la frescura de la zona. Cada corte y cada embutido que sale
de nuestras manos es reflejo de nuestra herencia, del amor por este oficio y del
compromiso con la calidad de siempre.
En La Espiga de San Carlos nuestro propósito es claro:
ofrecer productos de calidad que representen lo mejor de la tradición y el sabor
de nuestra tierra.